domingo, 20 de mayo de 2012

Carta de un arbol desesperado II Oache Gómez



Días atrás resolví   visitar nuevamente a mi amigo, el árbol desesperado uno mas de los que integran el monte del hospital Vicente López y Planes de Gral. Rodríguez. Lo encontré muy abatido y triste. Le pregunté a qué se debía ese estado de ánimo, y me respondió más o menos así. La última vez que nos vimos te conté lo que había sucedido y lo que se avecinaba con respecto a las reformas y construcciones que vienen realizando año tras año dentro de este predio, y la cantidad de hermanos míos que matan sistemáticamente para llevar a cabo estos emprendimientos. Lo peor de todo es que siempre terminamos pagando las consecuencias con nuestras vidas, nosotros los arboles. Quien sabe cuantos mas deberemos sucumbir bajo las dentelladas de esas terribles, espantosas y temibles moto sierras. Pero ahora la situación tiende a empeorar; ¿la razón? Además del nuevo hospital y el teatro que quieren construir, como ya te conté, también tiene proyectado construir una pista para exámenes de manejo, en un pabellón del hospital existente,  ubicar un juzgado y la fiscalía. ¿Te imaginas la cantidad de vehículos que van a transitar dentro de lo que quede de monte? Deberán abrir y asfaltar calles, harán playas de estacionamiento. También quieren construir un edificio cercano a la casa de cultura para jubilados docentes, lo queme parece muy bien, pero será necesario seguir matando productores de oxigeno. Yo te pregunto; ¿No hay en toda la ciudad terrenos desocupados? ¿ como hicieron otros jubilados de gremios tan loables,, meritorios y significativos como los docentes? Bomberos, policías, gendarmes, trabajadores de la salud, etc. ¿NO pueden ubicar la fiscalía y el juzgado en otro lugar?  Ese pabellón se puede refaccionar y darle la utilidad para el fin con que fue construido. Quiero decirte además, que poco tiempo atrás abrieron otra entrada para el transporte de pasajeros, y el humo negro aceitoso y toxico que despiden los caños de escapes nos impregna las hojas, nos están enfermando y así no podemos producir oxigeno. Si pretenden urbanizar el predio del monte, mejor seria que nos maten a todos de una vez y así dejamos de sufrir esta horrible, lenta e interminable agonía.
Pero queremos morir de pie y viejos, mientras vemos crecer a nuestro lado los retoños que nacen de semillas nuestras, y que cuando adultos nos suplantarán y proveerán oxigeno a toda criatura viviente. Queremos además, que respeten nuestra historia, somos descendientes directos de los eucaliptos que nacieron de las semillas que trajera de Australia D. F. Sarmiento, y sembraran por primera vez en el país, en la estancia del doctor Bernardo de Yrigoyen, y este, y este monte lo diseñó y armó el señor Carlos Thays con los hijos de aquellos eucaliptos.
¡Por favor! Respeten nuestra vida e historia, ¡necesitamos su ayuda!
Firmo como siempre, el monte del hospital.
Carta dictada por mi amigo el árbol desesperado, pidiendo ayuda, benevolencia, compasión y respeto, ellos lo necesitan, ayudémosles.
Yo solo soy un intermediario.
                                                                              Oache Gómez.