lunes, 4 de agosto de 2008

Furtivo


El centro de cada día parece girar en torno a la posibilidad de ese breve espacio, encuentro fortuito, inconscientemente planeado, conjuro de locura e incoherencia.

Vamos en busca de este amor, haciendo cómplice a la mentira y al engaño, huyendo de la culpa, incansable acusadora.

Saboreando, uno a uno, cada beso, dejando que los olores permanezcan, negamos así, la próxima ausencia.

No hay certezas ni promesas, sólo sentimos verdadero el dejo de tristeza, que nos ahoga cuando ya no estamos uno frente al otro...
Reconciliamos la respiración, poco a poco, a través de la íntima esperanza que esa maravillosa ceremonia, vuelva a celebrarse.

Día a día, habremos construido una constante, basada en la incertidumbre.
Pero aún así nos apoderamos de esta irrealidad, como única y tangible, manteniéndonos abrazados en el tiempo y la distancia, suponiendo que nos hará perennes ante inevitables desencuentros... y un posible... nunca más...