viernes, 28 de septiembre de 2007

El gato del viejo- (para Sonia)

Se refregó contra las piernas de Don Cosme, pero como otras tantas veces, o ultimamente, lo ignoró, así que saltó a la otra silla, y se acomodo. Lo vio tomarse el te, y al rato todo quedo en silencio. Hacia tiempo que Javier, el hijo, no pasaba a visitarlos, por suerte, por que Andresito, ocupaba el rato que visitaban al abuelo, para molestarlo, tirándole de la cola, o empujándolo cada vez que se recostaba en algún lugar a dormitar, así que se veía obligado, el tiempo que duraba la visita, a saltar por la ventana y pasear un rato esquivando a los gatos del vecindario, para evitar peleas o provocaciones. Es que se había acostumbrado a la vida tranquila y solitaria, aunque comiera poco, y siempre, aparecía algo en la vereda, que dejaba alguna alma caritativa.
Pero con eso y todo la vida no estaba tan mal para un gato viejo. No había que escapar de la lluvia, ni correr perseguido por los perros, y la vida social también había ido desapareciendo hasta perder a estas alturas el interés por las féminas.
Pero aquel silencio tan extenso comenzaba a preocuparlo, él no se había movido de la silla, ni el viejo tampoco.
Caía la noche y no había recibido un trozo de pan para entretenerse un rato, esperaría hasta mañana.
La noche paso igual de estática. Cuando el día nuevo llegó, se decidió a molestarlo, tal vez así recordara que había que comer.
Le rozo las piernas nuevamente, pero estaban frías, y se alejo.
Subió a la mesa, se comió la galleta húmeda que había olvidado cerca de la taza.
Empezaba a preocuparse.
Nada cambiaba.
Debería llegar Javier, algo no estaba bien.
Otro día terminaba igual.
Después que amaneció, solo el teléfono repetidas veces, nadie contesto, volvió a retumbar la campanilla en el silencio. Nada.
Al tiempo la puerta se abrió y apareció Javier acompañado de otros hombres. Salieron, entraron, varias veces. Se llevaron a Don Cosme. Sabia que a pesar de su indiferencia, lo extrañaría.
Algo lo intrigaba, a donde iría a parar él, por que al descuido, Javier lo saco a la calle, empujándolo con el pie, pero con un gesto mas caritativo lo tomo en sus brazos, y lo dejo en le auto. Nervioso e inquieto por lo desconocido busco un lugar oscuro en el piso.
Viajaron un rato, el corazón parecía que se le iba a salir.


A - Cuando detuvo el motor muchos miedos lo asaltaron. A donde lo llevaba? Cual era su nuevo destino? Y entonces supo que su vida cambaría para siempre, como cuando lo había subido al auto, aunque no sabia todavía cuanto.
Andresito, con los ojos hinchados y llorosos, con una sonrisa tibia, lo tomo en sus brazos y lo apretó. .
El gato con esfuerzo controlo su impulso de arañarlo, habían sido muchas emociones en tan poco tiempo. Con el transcurso de los días, aprendió
sus nuevas rutinas, entre ellas tolerar las torturas del niño
y otras, no tan malas, como dormir cómodo a los pies de su cama.
Al fin y al cabo, la vida esta llena de cambios, y todos traen aparejadas
cosas buenas y cosas malas.


B-Cuando detuvo el motor, vio que estaban frente a un baldío. Lo dejo en el piso, subió al auto y se marcho sin siquiera mirarlo. Pronto varios gatos malolientes se acercaron a observarlo, los alejó con un maullido de molestia. Había olvidado las noches de rocío, y la pelea por el alimento. Recordó como era y se las arregló para integrarse a su manera.
Se lo ve bagar por las calles, arañado y sucio, como resultado de alguna trifulca en la que peleó por su comida, restos que deja una anciana pero que no alcanza para todos.
No se murió de hambre, pero valora ahora, la vida apacible
que había llevado junto al viejo y las migajas que éste le tiraba cuando bebía su té desabrido. Y algunas noches, todavía lo extraña.

C - Cuando detuvo el motor, lo empujo al piso, el gato desorientado, salió corriendo. Fue a dar a una avenida transitada, se encontró en medio de autos que circulaban a altas velocidades, el miedo lo paralizó y ahí se quedo. Un vehículo maniobró para esquivarlo, pero la distancia era muy corta. Pasó tan cerca que lo golpeó con la rueda y voló a un par de metros. Sintió los golpes por dentro, luego vio salir sangre por el hocico, cerró los ojos y allí se quedo. Muriendo lentamente lejos de los ojos de quienes lo habían cuidado, querido, o no, pero ahora en su ultimo momento, se sintió solo. El proceso duró poco, o al menos para él. Una mujer lo recogió y lo tiró en el cesto de basura, para que no entorpeciera el tránsito.

2 comentarios:

Imagine Photographers dijo...

Precioso relato, me gusta mucho cuando cuando se describe la vida de un animalito, en este caso un gato y nos hace aproximarnos a sus sentimientos....viven en nuestro mundo pero estan tan lejos...
besos

Fabiana dijo...

siempre pienso que algun dia voy a hablar con mi perra!! aunque no se en que idioma eh! ajajjaja de verdad que nos entendemos muy bien, con ella no necesito hablar, con los seres humanos si! gracias por tus palabras! saludos.